No soy inocente, lo sabe, se nota. Tampoco se molesta en preguntarme qué pienso de la música. A mí me gustaría que sonara algo de rock. Que ella se mueva a descompás y descoordinada, y que dejara de morderme el labio cada vez que me besa. Tiene un sabor amargo, mezclado con el ácido del limón. Hablando de limón, me gusta cuando bebe tequila, esnifa cocaína y fuma hachís. Se llama María. ¿Demasiadas coincidencias? Que pena no creer en el amor... Todavía intenta reconstruirme sin saber que no estoy rota. Nací así y seguro que ella es igual de libre, o eso espero, no me gusta cómo lucen sus alas atadas. Aunque ahora mismo, nada me importa más que ver el botón desabrochándose por sí solo.
Lo más parecido que siento a enamorarme son las ganas de meterme entre sus piernas. Demasiado romántica la canción de ahora. Parece que el tiempo pasa rápido y se detiene, me estampa contra el aire condensado de este bar bohemio. Creo que eso es un efecto de las drogas. Como sea, ¿vamos al baño? Se te ha corrido el rímel, deja que te ayude, súbete la falda, aprieta los labios, cierra los ojos y baila. Baila para tí.
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